Hasta ahora las proteínas
fluorescentes se habían aislado en organismos inferiores como medusas o
bacterias. Sin embargo, un grupo de científicos japoneses ha identificado la
primera proteína fluorescente en un vertebrado, la anguila unagi. Las
aplicaciones clínicas del descubrimiento son inmediatas.
Unagi, ¿no es un tipo de sushi?
Sí, es una anguila de agua dulce, ingrediente básico de la cocina japonesa. Y, ¿no era aquello de lo que hablaba Ross, el
personaje de Friends? Sí, los guionistas
de Friends se tomaron la licencia de atribuir este nombre a un concepto de karate
que implica total conciencia (en realidad zanshin). Pues además de todo eso ahora el unagi es el
primer vertebrado del que se aísla una proteína fluorescente, UnaG, de Unagi
Green (su fluorescencia es verde).
Tras su decubrimiento en 1998 y Premio Nobel en 2008, las
proteínas fluorescentes revolucionaron el campo de la biología molecular, pues
permiten localizar proteínas dentro de las células e incluso seguir sus
dinámicas. No brillan continuamente, sólo cuando se les ilumina con determinado
espectro de luz (en este caso azul) así que no se ven a simple vista a no ser que se busquen. Hasta
ahora siempre se habían encontrado en organismos inferiores y el aislar esta
propiedad en un vertebrado, un animal más cercano a nosotros que una medusa o
un coral, abre un campo de posibilidades mucho mayor.
Unagi |
Lo que realmente hace atractiva a
UnaG es que no es fluorescente hasta que reacciona con un metabolito muy común
en los humanos: la bilirrubina. La bilirrubina es uno de los productos que se
generan al metabolizar la hemoglobina de los glóbulos rojos que son eliminados
y por ende un marcador de la función hepática y de enfermedades como el
kernicterus, una enfermedad grave de neonatos. Los autores del estudio han
diseñado ya un ensayo para medir de manera precisa y rápida la bilirrubina en
sangre, una práctica muy común en todos los hospitales que hasta ahora se medía
de manera indirecta y aproximada. Además la proteína puede liofilizarse y
transportarse a cualquier lugar del mundo para el ensayo, siendo el
equipamiento para el mismo mínimo y el tiempo para obtener el resultado 10
minutos.
Unagi convertida en sushi |
Cuando la bilirrubina y UnaG se
unen aparece la fluorescencia y lo mejor es que esta unión es reversible, una
herramienta de la que hasta ahora no se disponía en investigación: gracias a
UnaG podrán diseñarse sistemas de expresión inducible, es decir, que la
proteína fluorescente esté sólo presente cuando se añada bilirrubina o se
induzca su producción. Se podrá por ejemplo medir la vida de una proteína sin
necesidad de añadir ligandos fluorescentes y quenchers.
Ahora si te sube la bilirrubina, te la medirán de forma precisa
Otra de las ventajas de UnaG es
que es fluorescente incluso cuando no hay oxígeno, algo que no ocurría en el
caso de las GFP comunes. Esta propiedad permitirá por ejemplo utilizarla para seguir proteínas
en zonas anaeróbicas dentro de tumores o para estudiar microorganismos que
viven en ambientes sin oxígeno.
¿Y qué hace esta proteína en la
propia anguila? Su función tendrá que ser estudiada en más detalle pero los
investigadores aventuran que podría ayudar a la resistencia muscular, pues las
anguilas japonesas nacen en ríos y migran largas distancias para desovar en el
mar. La proteína se ha observado en
otras anguilas que también recorren kilómetros y los investigadores esperan que
el descubrimiento ayude a protegerlas pues algunas, incluyendo a unagi, se
hayan en peligro de extinción.
El estudio publicado en Cell hará
que miremos nuestro sushi de otra manera, ¡quizás con luz azul!
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