Lo hemos visto en cientos de películas de adolescentes: no siempre los más inteligentes son los que más se reproducen. Ahora un estudio con peces publicado en Current Biology tasa el coste biológico de un cerebro más grande.
Se sabe que las especies de mayor
tamaño tienen un cerebro más grande. Sin embargo, según un estudio publicado
recientemente en Nature la clave de la supervivencia no sería el tamaño del
cerebro en sí sino la relación entre el tamaño del cuerpo y el del cerebro,
siendo los animales más inteligentes y más
a salvo de la extinción aquellos que tienen un cerebro grande en
relación al resto del cuerpo. Pero, si
un cerebro grande facilita la supervivencia, ¿por qué las diferentes especies
no evolucionan un cerebro mayor? ¿Qué es lo que limita la expansión del
cerebro? Algunos proponían que la
restricción la oponía el propio cerebro, al ser un órgano caro, energéticamente
costoso. Pero últimamente se abrían paso otras teorías, como que en realidad el
contrapeso del cerebro eran otros aspectos biológicos, tales como la
reproducción, el tamaño del intestino etc.
El cerebro de Einstein, que ahora puedes analizar con una aplicación en tu móvil |
Los investigadores de la Universidad de Uppsala se
propusieron saber qué corriente estaba en lo cierto y para ello utilizaron
peces, una especie que se usa comúnmente en los acuarios, la Poecilia reticulata, también conocida
como pez guppy o pez millón. Seleccionaron líneas con cerebro grande y otras
con cerebro pequeño y después pusieron a prueba a los peces para ver cuáles
eran más inteligentes. Tras un test en el que tenían que asociar un determinado
número de símbolos con la aparición de comida comprobaron que las hembras con
cerebro mayor mostraban más habilidades cognitivas. Para sorpresa de los
investigadores, esta ventaja no se observaba en los machos de la misma línea. Por último observaron que aquellos animales
más dotados cerebralmente tenían menos descendientes ((19% menos descendientes que la línea de
cerebro pequeño) y además un intestino más pequeño.
Guppys |
Así, los investigadores han
demostrado que al menos en las hembras de estos peces un cerebro más grande implica mayores habilidades
cognitivas. Pero el hecho de que este efecto no se observe en los machos
despierta mis dudas sobre las conclusiones. Los investigadores admiten que quizás
el test con el que se evaluó a los peces era más adecuado para las hembras, que
son más activas a la hora de buscar comida y se alimentan más frecuentemente.
Esto me hace pensar que las hembras trabajaron más esta tarea… ¿Podría ser que
la clave de este resultado no resida en el tamaño del cerebro sino en el
aprendizaje? ¿Qué hay de las conexiones neuronales? ¿No es demasiado simplista
atribuir mayores habilidades cognitivas a un cerebro grande cuando esta
característica sólo se observa en las hembras?
Lo que sí parece más sólido es el
coste que supone un cerebro grande y el contrapunto biológico que se ve
afectado. El grupo sueco ofrece dos hipótesis para explicar la estrecha
relación entre cerebro e intestino: podría ser que en lo homínidos, al tener
una dieta rica, el intestino pueda ser más pequeño, facilitando el desarrollo
del cerebro. También cabe la posibilidad de que el contrapeso lo ejerzan las
propias neuronas del intestino, un complejo entramado que controla la
digestión.
Pero si la dieta en los humanos
no está limitada, ¿por qué nuestro cerebro no sigue creciendo? Podríamos
hacernos más listos… Los investigadores creen que en los vertebrados la restricción
principal sería el otro contrapeso, un menor número de descendientes, característica
que impone un coste para la supervivencia de la especie a largo plazo. Los
primates y cetáceos somos poco fértiles en comparación con otros animales, ¿tendrá
nuestro cerebro algo que ver?
Parece que, como en el mito del carro alado de Platón, el aúriga de la evolución se sirve de dos caballos distintos para avanzar, en este caso las habilidades cognitivas y las vísceras. En el término medio está la virtud.
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