Cuentan que a Marie Curie le encantaba observar por las noches el resplandor que se formaba en el cobertizo donde trabajaban aislando radio. Ella y su marido Pierre habían descubierto dos elementos nuevos y empezaban a profundizar en la naturaleza de la radioactividad. ¿Cómo fue su historia?
Marie y Pierre Curie |
No quiero convertir este post en
una enumeración de datos biográficos (cualquiera interesado en profundizar en
el detalle puede leer por ejemplo Curie, de Sarah Dry y Sabine Seifert, que es
el libro que me han prestado y que recomiendo), pero me gustaría destacar
algunos rasgos de los dos protagonistas y cómo con su incansable trabajo en el
laboratorio revolucionaron las ciencias, a Francia y el mundo entero.
Manya (en el centro) con sus hermanos |
Los más despistados quizás
desconozcan que Marie Curie no era francesa sino que había nacido en una
Polonia descompuesta, concretamente en Varsovia, ciudad que entonces se hallaba
bajo dominio ruso. De soltera respondía al nombre de Manya Sklodowska y desde
bien temprano tuvo claro que el estudio y el trabajo serían la manera en que
ella ayudaría a su querida y maltratada nación. Sin embargo, las mujeres no
podían ir a la universidad en Polonia y la tierra de las oportunidades en aquel
momento se llamaba París. Por eso, durante cuatro años trabajó como institutriz
para ayudar a financiar los estudios de
medicina de su hermana Bronia en la capital francesa. Tras la larga espera, cuando su hermana podía
ya ayudarla a ella, Manya también se trasladó a París, donde se licenció en física y matemáticas. En casa de un amigo conoció a
Pierre, también físico y la atracción entre los dos fue inmediata. Así como
Marie había buscado y disfrutado la libertad que había ganado en París, Pierre
había vivido con sus padres hasta que se casara con Marie, un año después de
conocerla. Era un joven idealista, 8 años mayor que Marie y totalmente
impermeable a las convenciones sociales: de niño había sido educado en casa y
su propósito era dedicar su vida al trabajo científico. La luna de miel fue un viaje en bicicleta por
Île-de-France.
Empujado por Marie, Pierre
presentó su doctorado en magnetismo y fue designado profesor de la EPCI (Escuela de Física y Química Industriales de la ciudad de París).
Mientras tanto, Marie quería investigar pero primero se aseguró un sueldo como
profesora en una escuela femenina. Dos años después de casarse nacería la
primera hija del matrimonio, Irène, y Marie iniciaría su doctorado.
Con sus queridas bicicletas... |
Marie con sus hijas Irène y Ève |
Pero no todo el trabajo estaba
hecho. Para probar de manera determinante la existencia de los dos nuevos
elementos tenían que aislarlos y se pusieron manos a la obra en un viejo
cobertizo que les prestó la escuela donde trabajaba Pierre. Se inician entonces
3 años de trabajo incansable, procesando toneladas de pecblenda, removiendo
ollas, acumulando probetas y separando poco a poco el luminoso radio, que
inundaba el destartalado laboratorio de luz contagiosa y trasladaba su
fosforescencia a otros materiales, incluso a los cuadernos de laboratorio que
hoy en día se conservan en la Biblioteca Nacional de Francia y siguen siendo
altamente radiactivos. Más allá de las
quemaduras que a veces sufrían, los Curie nunca se preocuparon en exceso por
los efectos nocivos que pudiera tener la radiación, a pesar de que las
cicatrices duraban meses, sufrían mucho cansancio, temblores y dolor de huesos.
El estoicismo y el romance de la pareja encandilaron a la prensa y se hicieron
famosos, situación que incomodaba bastante a los Curie. A pesar que se preveía
que las aplicaciones del radio iban a ser numerosas, por ejemplo en medicina,
la pareja no quiso patentar el proceso de aislamiento del radio y seguían
viviendo modestamente, trabajando en el ruinoso galpón. En 1903 el Nobel de física, que
se les concedió a ambos junto a Henri Becquerel por sus estudios sobre la radioactividad, aliviaría la situación
económica de la pareja y les daría fama mundial. Sería el primer Nobel
concedido a una mujer.
Marie en su laboratorio |
Gracias a sus descubrimientos
Pierre fue admitido en la Academia de Ciencias francesa y a finales de 1904 se
le nombró profesor en la Sorbona. A la también laureada Marie, que además había
iniciado el proyecto clave, se la nombró sin embargo su ayudante. A finales de
1904 nació Ève, la segunda hija del matrimonio.
Tanta felicidad tenía sin embargo
fecha de caducidad, y es que el 19 de
abril de 1906 Pierre moría atropellado por un coche de caballos en la rue
Dauphine, sumiendo a Marie en una profunda tristeza. A pesar de todo, nuestra protagonista siguió
adelante, siendo nombrada profesora de la Sorbona poco después de enviudar.
Una foto del congreso Solvay: Einstein, Curie, Perrin, Poincaré, Planck, Rutherford, Langevin y otras grandes mentes. |
Continuó trabajando duramente y
solicitó un sillón en la Academia de Ciencias francesa, algo que no agradaba a
la prensa conservadora y que finalmente
no le fue concedido. En el plano sentimental Marie había iniciado una relación furtiva
con Paul Langevin, otro profesor que estaba casado. Tras el primer congreso
Solvay en 1911, donde se habían reunido los grandes físicos de la época para
hablar de la radiación y los cuantos, el affaire se filtró a la prensa y a
punto estuvo de costarle a Marie el segundo premio Nobel, ésta vez en
química, por sus descubrimientos del radio y el polonio. Se inició una nueva campaña de
desprestigio, que cuestionaba los méritos de Marie para este segundo premio y
además Curie pasó a ser considerada de nuevo extranjera y nada menos que enemiga de las madres francesas. A Paul
Langevin le costaría un duelo y el divorcio.
Marie cayó enferma y fue cuidada
por sus amigos, sólo retomó su trabajo un año después. Se había iniciado la
construcción del Instituto del Radio. La Primera Guerra Mundial pondría todo
patas arriba pero Marie no se iba a quedar de brazos cruzados. Tras poner a
salvo ella misma el radio aislado hasta el momento y haciendo gala de una
increíble valentía, Marie montó una flota de ambulancias equipadas con equipos
de rayos X para asistir a los soldados heridos en el frente. Ella misma se
desplazaba allí donde se requería su trabajo. Además formó muchos técnicos de
rayos y su propia hija, Irène, participó en este servicio, viviendo el
conflicto en primera persona.
Paul Langevin y sus bigotes |
En los últimos años de la vida de
Marie cobra importancia la figura de Marie Meloney, una periodista
norteamericana que popularizó la figura de la gran científica en Estados
Unidos, restaurando su imagen. Además con los fondos recaudados por todo el
país se consiguió dinero suficiente para comprar dos gramos de radio y otros
materiales para investigación. Otro motivo de alegría para Marie serían las
investigaciones de su hija Irène y su yerno, Fréderic Joliot-Curie. No viviría
sin embargo para ver que se les había concedido el Premio Nobel de química en 1935,
pues murió de leucemia un año antes dejando eso sí, un mundo un poco más iluminado.
Dedicado a Patricia, mi mejor amiga y dueña del libro. Ella lo leyó primero con entusiasmo radioactivo.
Para saber más...
http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/physics/articles/curie/
Curie - Sarah Dry y Sabine Seifert
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Sigue el blog en Twitter: @xcienciainfusa
Dedicado a Patricia, mi mejor amiga y dueña del libro. Ella lo leyó primero con entusiasmo radioactivo.
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