martes, 10 de julio de 2012

Refutan definitivamente el artículo de la bacteria que utilizaba arsénico para construir ADN


En diciembre de 2010 saltó a la fama una diminuta habitante del lago Mono de California: una bacteria de la familia de las halomonadáceas. Su descubridora, Felisa Wolfe-Simon, la bautizó como GFAJ-1, Give Felisa A Job o dale a Felisa un trabajo y  fue presentada al mundo como la bacteria que rompía todas las reglas de la bioquímica conocida, siendo capaz de construir sus biomoléculas a partir de arsénico.  La investigadora norteamericana sabía las grandes repercusiones que iba a tener su artículo publicado en Science, pero quizás no imaginase la polvareda que iba a levantar ni  el trabajo que ella iba a darle a la comunidad científica.

Lago Mono
La expectación fue muy alta desde el principio: la NASA había anunciado una rueda de prensa que tendría un gran impacto en la búsqueda de evidencias de vida extraterrestre. En este caldo de cultivo y ante multitud de periodistas,  el equipo de Wolfe-Simon nos presentó  a una bacteria aislada del lago Mono,  capaz de vivir en medios con alta concentración de arsénico y sin apenas fósforo que revolucionaba toda la bioquímica conocida: no sólo toleraba el arsénico sino que a falta de fósforo  utilizaba este elemento tóxico para construir entre otras moléculas su ADN.  Se nos vendía una nueva forma de vida, con un metabolismo distinto y una capacidad única de adaptación pero, ¿estaba el equipo de Felisa en lo cierto o se habían emborrachado de entusiasmo?

Felisa en la conferencia de la NASA
Expertos en el campo no tardaron en poner en duda las conclusiones del trabajo: según la mayoría se trataba de un caso de adaptación de la bacteria, que más bien era capaz de secuestrar todo el arsénico posible y vivir a costa de rapiñar cualquier átomo de fósforo a su alcance.  Se argumentaba principalmente que no se demostraba inequívocamente la incorporación  del arsénico a ninguna de las moléculas orgánicas de la bacteria (a pesar de que se hubiera podido hacer de manera sencilla por varios métodos) y también que, según los datos obtenidos durante décadas de trabajo  en la química del arsénico y el fósforo, los enlaces que el arsenato es capaz de formar son órdenes de magnitud menos estables que los correspondientes del fósforo. Por otro lado en las bacterias crecidas con más arsénico se veían grandes vacuolas y no se aislaba ARN: los críticos deducían que la bacteria estaba secuestrando el arsénico y probablemente había detenido la producción de ARN para conservar el fosfato. Incluso algunos autores de artículos citados en el texto de la publicación como apoyo de las teorías de Wolfe-Simon quisieron corregir las interpretaciones que el equipo de la NASA había dado a algunos de sus datos (es el caso de Cotner y Hall, que no creían comparables los requerimientos de fosfato de una E. coli con los de una bacteria ambiental como GFAJ-1).
Ante la tormenta desatada la revista Science publicó en Junio de 2011 el paper junto con 8 comentarios técnicos que advertían de sobreinterpretaciones o falta de evidencias. Además también adjuntaban  la repuesta del equipo de Wolfe-Simon, que no se daban por vencidos y seguían defendiendo a capa y espada la extraordinaria naturaleza de su criatura.

No ha sido hasta esta semana cuando se han publicado en la misma revista dos trabajos que refutan definitivamente los resultados de Wolfe-Simon y su equipo: a pesar de utilizar las GFAJ-1 que  el equipo de la NASA les envió, ninguno de los dos grupos ha sido capaz de reproducir los resultados presentados en el  artículo original. El grupo de Rosie Redfield, una de las microbiólogas más críticas y entusiasta defensora de la ciencia en abierto, que desde el principio publicó las debilidades del paper de Wolfe-Simon en su blog, no ha encontrado ninguna forma de arsénico incorporada en el ADN de las bacterias. Por su parte el otro grupo, liderado por Julia Vorholt desde Zúrich, describe que las GFAJ-1 no  crecen en medio sin fósforo y con arsénico: parece que en los medios de Felisa había más fósforo del que ella misma pensaba. Ambos grupos están de acuerdo en que las GFAJ-1 son tolerantes a arsénico pero dependientes de fósforo como cualquier otro organismo.

Rosie Redfield, con su original pelo azul
Felisa admite ahora que su bacteria necesite fósforo pero sin embargo se defiende  y responde que las pequeñas cantidades de arsénico incorporadas por la bacteria pueden ser muy difíciles de encontrar, más aún porque podrían ser muy inestables tras romper las células. Después de lo ocurrido,  ¿seguirán teniendo las próximas publicaciones de Wolfe-Simon la misma repercusión?  Esperemos al menos que los revisores de sus futuros artículos pidan como decía Carl Sagan,  pruebas excepcionales para apoyar teorías excepcionales.  Para que al menos tenga una oportunidad sólo le deseo que no le toque como revisora Rosie Redfield, que recientemente declaraba: “We've done our part. This is a clean demonstration, and I see no point in spending any more time on this,” (Hemos hecho nuestra parte. Esta es una demostración limpia y no veo por qué deberíamos perder más tiempo en esto). Ahí queda eso.

Dale a "Me gusta" en la página de facebook de Por Ciencia Infusa:
https://www.facebook.com/PorCienciaInfusa

Sigue el blog en Twitter: @xcienciainfusa

El hashtag que Rosie Redfield propone para hablar del tema en Twitter #arseniclife


No hay comentarios:

Publicar un comentario