domingo, 7 de octubre de 2012

Cambio palabra por pipas: ¿babuinos lectores?



¿Cuáles son las bases biológicas que permiten que podamos leer y escribir? Un equipo de investigadores franceses ha descubierto que los babuinos son capaces de distinguir entre palabras y combinaciones de letras al azar. Podría ser que la habilidad de reconocer letras y su posición en una palabra esté presente  en los primates y que leer no implique necesariamente tener un lenguaje.

Cuando nos enseñan a leer, primero nos presentan las letras y los sonidos que les van asociados. Después nos explican cómo combinarlas para formar sílabas, las repetimos y con ellas vamos componiendo las palabras a las que finalmente asociamos un significado. Así, siempre se había pensado que el hecho de hablar, de poseer un lenguaje oral (o en el caso de los sordos el lenguaje de signos), predisponía al cerebro para ser capaz de identificar las letras y su posición en la palabra, es decir, lo que técnicamente se conoce como procesamiento ortográfico. Sin embargo, no hace mucho tiempo se descubrió que el procesamiento ortográfico lo realiza una región del cerebro asociada con la identificación de caras y objetos y el grupo de investigadores liderado por Jonathan Grainger pensó que quizás el mismo mecanismo que permite reconocer caras se haya adaptado para reconocer las letras. Entonces decidieron desafiar la hipótesis dominante: ¿realmente es necesario poseer un lenguaje previo para ser capaces de identificar palabras?


Para comprobarlo los investigadores se sirvieron de babuinos, primates cuyo lenguaje es mucho más simple que el de los humanos, que desde luego no realizan sonidos similares al inglés pero cuya visión es muy parecida a la humana. Les construyeron un recinto donde instalaron varias pantallas táctiles a las que los monos podían acceder libremente trepando.  En las pantallas aparecían 4 letras, unas veces se trataba de palabras inglesas y otras de combinaciones aleatorias (lo que llamaron no-palabras).  El babuino podía elegir entre dos símbolos y cuando identificaba una palabra le caía del techo un puñado de frutos secos. Las palabras se iban repitiendo y las no-palabras apenas volvían a aparecer. A las listas se iban incorporando nuevas palabras a medida que el animal avanzaba en el aprendizaje. Los babuinos lograron aprender a distinguir entre palabras y no palabras, equivocándose más cuando las no-palabras se asemejaban más ortográficamente a palabras que los babuinos ya habían aprendido.

¿Irán alguna vez a la biblioteca?
Los autores concluyen que sus babuinos han aprendido a identificar las letras y a valorar la posición de una letra dentro de la palabra como válida o no según las frecuencias en las que éstas iban apareciendo y que por tanto no es necesario un conocimiento previo del lenguaje para el procesamiento ortográfico. La primera consecuencia es que aprender de manera estadística según las probabilidades de que dos objetos (o letras) estén juntos, podría no ser una característica única de los humanos y estar presente en otras especies. Además, esta habilidad podría provenir de una adaptación del mecanismo  más primitivo que permitía reconocer objetos y caras, es decir, los circuitos neuronales se reciclan para adaptarse a los nuevos comportamientos, como leer y escribir.

El artículo ha sido controvertido. Los expertos Platt y Adams apoyan por completo el estudio pero otro científico, William Bains, diseñó un algoritmo para discriminar palabras de no palabras y así intentar demostrar que la discriminación de los babuinos no se basa en la frecuencia de aparición de las letras. Los autores no están de acuerdo con su crítica pero en cualquier caso todos concluyen que los babuinos han logrado clasificar caracteres abstractos y que esta habilidad podría ser la misma que facilita el procesamiento ortográfico.

¿Se convertirán algún día los babuinos en lectores? Es mucho decir pero parece que al menos son capaces de distinguir nuestras palabras.

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En este video el propio Grainger os cuenta el experimento

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