miércoles, 17 de octubre de 2012

Reprogramando la vida: John Gurdon y Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina y Fisiología 2012

Uno nació en el Reino Unido de los años 30, en el período de entreguerras. El otro llegó al mundo en el centro de Japón  en 1962. Ninguno imaginaba que el destino uniría sus nombres en el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2012 por su trabajo en la reprogramación celular.


Las células de un embrión son capaces de generar cualquier tejido del organismo (totipotencia). Tras varias divisiones se van diferenciando hasta especializarse para realizar distintas funciones (almacenar grasa como los adipocitos, contraerse rítmicamente como los cardiomiocitos del corazón o transportar oxígeno, la tarea de los eritrocitos sanguíneos) y una vez especializadas, si se dividen ya sólo pueden generar células de la misma clase. Esto era cierto hasta que, saltándose las advertencias de una de sus profesoras de Eton, quien no le consideraba en absoluto apto para la carrera científica,  llegó a la ciencia John Bertrand Gurdon. 

John Gurdon
A principios de los 60 no se sabía qué pasaba en la célula durante el proceso de diferenciación, ¿perdía la célula parte de su material genético y por eso ya no podía generar otras células distintas? ¿Seguía presente todo el ADN pero parte se silenciaba? ¿Podía una célula diferenciada recuperar  la totipotencia? Para responder a estas preguntas John Gurdon contaba con dos herramientas: Xenopus laevis, la rana modelo para investigación, cuyos huevos son de gran tamaño y cuya ovulación puede estimularse para conseguir muchos huevos, y la técnica de transferencia nuclear que recientemente había puesto a punto con otros colegas.  Pensó que si cogía el núcleo de una célula ya diferenciada y lo transfería a un huevo sin núcleo podría observar si en algún caso este núcleo ya diferenciado era capaz de volver a comportarse como un núcleo embrionario y dar lugar a un renacuajo. Así lo hizo: cogió núcleos marcados previamente de células del epitelio intestinal de los renacuajos y los transfirió a huevos enucleados no fertilizados. Observó que parte de los núcleos transferidos eran capaces de generar renacuajos sanos y que el éxito del proceso aumentaba si se hacían transferencias seriadas, es decir, si el núcleo transferido empezaba a dividirse como un embrión y parte de estos nuevos núcleos se transferían a otros huevos. Había logrado dos hitos: clonar ranas y demostrar que el material genético que contiene una célula diferenciada contiene la información suficiente para  dar lugar a todas las células del organismo en el ambiente adecuado.  Así, la diferenciación de una  célula no se basa en la pérdida de capacidad de su núcleo para dar lugar a otros  tipos celulares: en el ambiente adecuado pueden recuperar sus propiedades embrionarias, ventaja que años después aprovecharía Wilmut para clonar el primer mamífero, la oveja Dollly.

Xenopus laevis y sus huevos

Cuando Gurdon publicaba sus descubrimientos en el  62 Shinya Yamanaka era aún un embrión en desarrollo. Cuando creció se licenció en medicina y se hizo cirujano pero esta profesión no acababa de llenarle: se lamentaba de las limitaciones de la medicina y se veía a sí mismo como un cirujano lento y torpe, lo que le empujó a dedicarse a la investigación. Tras una estancia en Estados Unidos regresó a Japón  y comenzó su propio grupo.  Había trabajado identificando  factores de transcripción (proteínas que regulan la expresión del ADN), implicados en mantener las propiedades embrionarias de las células y había descubierto uno de ellos,  Nanog, proteína a la que nombraron así por TÍr na nÓg, la tierra de la juventud en la mitología celta. Siguiendo esta senda se propuso buscar una combinación de factores de transcripción que consiguiesen que las células volvieran a ser pluripotentes, una vuelta atrás en el tiempo y en el desarrollo, al estilo Gurdon pero sin necesidad de transferir núcleos, transformando la propia célula y conociendo la naturaleza de los cambios producidos.  Así, trabajando con células de ratón consiguió identificar los factores de transcripción necesarios para que ésta pueda comportarse como una embrionaria, para reprogramarlas. Un año después consiguió identificar los imprescindibles en humano, reprogramando células de la piel y publicando un artículo prácticamente simultáneo al de otro científico, Thomson, que no ha sido galardonado con el premio, probablemente porque el  salto de gigante se dio con el artículo de Yamanaka en células murinas. 

Shinya Yamanaka
Pero, ¿por qué son tan importantes estos hallazgos, por qué han merecido el Nobel?   Los experimentos de Gurdon cambiaron lo que se sabía sobre diferenciación celular y probaron que reprogramar células era posible. Además abrieron las puertas de la clonación y la medicina regenerativa.  Los descubrimientos de Yamanaka son sin embargo el primer paso para quizás en el futuro poder construir tejidos y órganos a partir de células del propio paciente, eludiendo los problemas de rechazo que se producirían si se usasen células embrionarias y el problema ético, al evitar la desintegración de embriones humanos para la obtención de las células embrionarias. Hoy por hoy  las células reprogramadas, que se conocen como iPS  (induced Pluripotent Stem cells, células madre pluripotentes inducidas) son ya una herramienta para estudiar enfermedades usando el tejido del propio paciente sin necesidad de emplear métodos invasivos para extraerlo, y permiten la prueba de  distintas drogas y comprobar su eficacia.
Gracias a los hallazgos de Gurdon y Yamanaka lo mejor está aún por venir.


James Thomson

Ian Wilmut con Dolly


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